João Gilberto
João Gilberto fue el mayor artista con el que mi alma entró en contacto. Antes de cumplir 18 años, aprendí de él todo sobre lo que ya conocía y cómo conocer todo lo que estuviera por surgir. Con su voz y su guitarra, ha reconstruido la función del habla y la historia del instrumento. Ha puesto en perspectiva todos los libros que he leído, todos los poemas, todos los cuadros, todas las películas que he visto. No solo todas las canciones que he oído. Y fue con ese lente, ese filtro, ese sistema sonoro que pasé a leer, ver y escuchar. A los 88 años, con aspecto de quien no viviría mucho más tiempo, la muerte de João es un evento aterrador. Orlando Silva, Ciro Monteiro, Jackson do Pandeiro, Ary, Caymmi, Wilson Batista y Geraldo Pereira no habrían sido lo que son si no fuera por João Gilberto. Tampoco Lyra, Menescal y Tom Jobim. O todos los que vinieron después. Y los que vendrán. El Himno Nacional no sería el mismo. El mundo no existiría. Sobre todo no existiría para Brasil. Que era una región ensimismada e incrédula de la vida real fuera de sus fronteras. João perforó la cáscara. La samba no sería samba sin Beth Carvalho cantando “Chega de saudade”. La música no sería música sin la terquedad de João. Fue una iluminación mística. Ningún aspecto del mundo que tuvo cerca puede amenazar la verdadera grandeza de su arte. Y eso era su persona. Es su persona, en todos los sonidos grabados en materia o en mi memoria.

Caetano Veloso
Bocetitos João